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El cultivo de algas necesita de la tradición y la tecnología

Carla Vidal

 

El investigador Atushi Watanabe remarca la necesidad de compartir conocimientos para conseguir una industria del cultivo de las algas potente. 

Japón es cuna de una tradición ligada al cultivo y consumo de las algas. Presentes en su poesía, dibujos y grabados y obviamente en su cocina tradicional, las algas se han convertido en un elemento identificativo de la cultura nipona. Valoradas y reconocidas incluso fueron método de pago de impuestos en época pretéritas en el país del sol naciente. No es por ello de extrañar que Japón sea el país del mundo en el que más algas se consumen (unos diez gramos diarios por persona) y un referente en sus métodos de cultivo. Sin embargo, recientemente las cosas están cambiando. 

“En los últimos años, el cultivo de algas en Japón está en continuo descenso”, ha explicado Atushi Watanabe, investigador del Instituto de Investigación de Políticas Oceánicas Sakasawa Peace Foundation. Desde que en los años 60 la comunidad científica descubrió el proceso de reproducción de las algas nori, el cultivo de algas experimentó un crecimiento espectacular, un crecimiento que ahora se ha visto no solo estancado, sino que disminuye. “Los principales motivos de este descenso son el aumento de la temperatura del agua del mar (debida al cambio climático), así como a los daños provocados no solo por los peces sino también por las técnicas de arrastre que utilizan los pescadores”, ha relatado Watanabe. Según este investigador afincado en Tokio, ahora que el cultivo de algas se ha extendido también por Europa y Estados Unidos la solución a este problema debe pasar por compartir conocimientos: “Japón aporta el valor del cultivo tradicional de las algas y del resto del mundo nosotros podemos aprender cómo la aplicación de nuevas tecnologías puede ser clave para el desarrollo de esta industria”.

No perder ese cultivo, e incluso aumentarlo (Japón ya necesita importar algas para abastecer la demanda interna), es importante “no solo por las soluciones medioambientales que aportan las algas, sino también por su impacto económico y para apoyar a las comunidades locales”.

Motivos para alentar el cultivo y consumo de algas no faltan, como ha enumerado Watanabe: “tienen un valor nutricional muy importante, son fuente de vitaminas fibras y minerales. Son un superalimento que además absorbe grandes cantidades de CO2, con lo cual son un arma para la lucha contra el calentamiento global y el cambio climático” 

 

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